Régis Mathieu
En su pequeña factoría al sur de Francia, Régis Mathieu crea fastuosas lámparas de araña. El diseñador se dedica en cuerpo y alma a una tradición centenaria y a su colección de
Es probable que no haya mejor lugar en el mundo para crear obras de arte lumínicas que una casa de campo de color rojo chillón situada en una colina bañada por el sol en pleno Luberon, una zona que los franceses llaman «le pays des lumières du paradis», la tierra de la luz paradisíaca. Allí, en una antigua fábrica de ocre situada a las afueras de la pequeña localidad provenzal de Gargas, Régis Mathieu, de 46 años, dirige una factoría de fama mundial en la que restaura, diseña y reproduce lámparas de araña. Sus producciones decoran lugares tan selectos como la Casa Blanca, el Kremlin, las Óperas de Filadelfia y de París, el Palacio de Versalles y el Palacio Laxmi Vilas. Bajo la luz de Mathieu brilla el mundo entero y una bonita colección de
En las estancias anaranjadas de su museo de Gargas, una serie de singulares automóviles de Zuffenhausen pugnan con la cristalería de Luis XIV y Madame de Pompadour por ver cuál resplandece más. Entre ellos se encuentran modelos tan inusuales como un
Mucho más que iluminación
La mayoría de nosotros asociamos las lámparas de araña con palacios, catedrales y señoriales edificaciones antiguas, nunca con casas modernas. No así Mathieu: «Las lámparas de araña siempre han sido obras de arte extraordinarias que revelaban el poder adquisitivo de su propietario». Como los objetos lumínicos que crea Mathieu, que también trascienden la mera función de iluminar. Del techo de la sala de exposiciones cuelga un cubo gigante con cinco lados de cristal de roca ahumado y el sexto de relucientes amatistas violeta. Solo existen ocho ejemplares de este modelo, ya que la exclusividad es un criterio tan importante para los ilustres clientes de Mathieu como para los coleccionistas de
Detrás de su éxito hay mucho trabajo. La historia comienza con su padre, quien, después de la II Guerra Mundial, consigue hacerse un nombre con la fabricación de lámparas contemporáneas. Sin embargo, tras su temprano fallecimiento, cuando Régis solo tiene 11 años, la empresa se disuelve. A los 20 años, el estudiante de Económicas decide resucitar la «Mathieu Lustrerie» y, compaginándolo con los estudios, trabaja sin descanso en el relanzamiento de la factoría, experimenta con sus propios diseños y se convierte en autodidacta. Asimismo, comienza a visitar los lugares donde residen sus potenciales clientes, por ejemplo Rusia, Próximo Oriente, Estados Unidos y, por supuesto, Francia. Cada céntimo que gana lo invierte en la empresa, con una excepción: el 356
Aparte de su faceta de diseñador, Mathieu también brilla en la de inventor. Un ejemplo de ello es el desarrollo de una revolucionaria bombilla de LED cuya luz imita fielmente la llama de una vela. También colecciona lámparas de araña históricas que desde 2010 expone en su museo y en ocasiones vende. El objeto favorito de Mathieu es la reedición de una lámpara de araña del escultor Jaques Caffieri para Madame de Pompadour. Muchos de los objetos originales sufrieron daños durante las guerras o han ido perdiendo partes con el paso de las décadas. Mathieu los restaura hasta el último detalle. Uno de estos proyectos fue, por ejemplo, el de la ópera de Montecarlo que, en 2001, le contrató para llevar a cabo la reconstrucción de una lámpara de araña de cinco metros de altura, 328 luces y cinco toneladas de peso. Equipado con una centenaria fotografía en blanco y negro de la pieza original, Mathieu fue descifrando las borrosas formas y curvaturas con la minuciosidad de un investigador en la escena del crimen. Para poder hacerse una idea más exacta de las dimensiones, amplió la imagen a tamaño real. Cinco años más tarde, la ópera instaló la lámpara en la recién renovada cúpula. Un emotivo momento.
Las emociones también se cuelan en su discurso cuando habla de su colección de
Historias especiales
En 2010 Mathieu comenzó a organizar exposiciones en las que exhibe de forma conjunta vehículos y lámparas de araña. Así, por ejemplo, debajo de su última creación, «Méduse» –una enorme lámpara de araña hecha en bronce con forma de medusa cuyos tentáculos, incrustados de preciosas piedras de ágata, están iluminados desde dentro–, reluce un imponente 718 RSK plateado, una de las 35 unidades que se fabricaron. Mathieu lo buscó «a conciencia» para poder disfrutar del coche como conductor y, al mismo tiempo, usarlo con fines artísticos. Cuando cae la noche, en la antigua fábrica de ocre centenares de pequeñas llamas LED se reflejan en la arcaica cristalería y la carrocería del inmaculado
Texto Lena Siep
Fotografía Patrick Gosling