Editorial
¿Qué es la pasión? Según el diccionario, un sentimiento intenso y desaforado, un entusiasmo desmedido que en ocasiones puede llegar a convertirse en obsesión. Se puede sentir por personas, cosas o actividades, nuestro cerebro no hace excepciones en este sentido. 100 mil millones de neuronas y 100 billones de conexiones están en continua adaptación, reestructurándose permanentemente. Los expertos lo llaman «plasticidad neuronal». ¿Que qué tiene esto que ver con los coches? Muy fácil: también a ellos se les puede amar. Apasionadamente.
«Las relaciones de amor con un coche son asombrosamente parecidas a las relaciones de amor con una persona», afirma la socióloga berlinesa Christa Bös. Para ella, ambos tipos implican pasión e intimidad y, sobre todo, el deseo de establecer un vínculo permanente, a veces para toda la vida. Un estudio de la Universidad de Ulm arrojó resultados sorprendentes. Al preguntar a un grupo de chicos jóvenes por sus sensaciones al observar distintos tipos de vehículos, ganaron claramente los deportivos. Pero lo realmente asombroso fue que en las resonancias magnéticas se registraba una mayor actividad en el núcleo accumbens, un área del cerebro que funciona a veces como motor de aprendizaje y felicidad y a veces como centro de recompensa ante las vivencias positivas: una buena comida, música, una palabra, una mirada, una caricia... o un
Tomemos como ejemplo a Karsten Schumann, médico, propietario de un 911
Pasión por la tradición, compromiso con el grupo. Los 210.000 miembros de los Clubs
Decía el psicoanalista y autor de El arte de amar Erich Fromm que la pasión es el intento del ser humano de dar un sentido a su vida y de experimentar al máximo la intensidad y la fuerza dentro de las circunstancias dadas. ¿Puede un coche darle sentido a una vida? ¿Puede ser pecado el amor por un coche? Al cerebro le da igual. Dice que sí. Y que no.
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