Prueba de montaña
Generalmente una carretera une dos lugares. Pero a veces también puede unir dos vidas, como en el caso de los legendarios pilotos de carreras Edgar y Jürgen Barth. Edgar Barth ganó en 1957 la carrera del monte Schauinsland en un
«Los entrenamientos solían tener lugar de noche», recuerda Jürgen Barth: «Así se podía practicar la línea ideal sin demasiado peligro, pues el haz luminoso de los faros indicaba a tiempo que se acercaba un coche en dirección contraria». Barth, que entonces tenía nueve años y ahora ya ha cumplido 68, se acuerda muy bien, pues su padre Edgar le dejaba ir en el asiento del copiloto cuando buscaba el trazado ideal en las 173 curvas que conforman el circuito montañoso de 12 kilómetros situado al sureste de Friburgo. «Evidentemente, para un niño aquello eran momentos estelares», evoca Barth, que creció en el ambiente del automovilismo de competición y más tarde llegaría a ser uno de los grandes.
Jürgen Barth está sentado a una mesa del hotel «Die Halde», situado en la cima de la montaña de Schauinsland. Tiene delante un volumen encuadernado en piel marrón. Con unos 10 kilos de peso, este álbum cabe justo en el maletero del
El baúl de los recuerdos
Barth abre la pesada tapa del libro como si se tratara de un baúl. Este álbum de fotos contiene recuerdos, historias y, en definitiva, toda la vida profesional de su padre. Cuando Edgar Barth empezó su carrera en 1934, lo hizo como piloto de motos. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en uno de los pioneros del automovilismo de competición en la RDA. En 1957 se posicionó en la parrilla de salida de Nürburgring al volante de un
En algunas de las fotos en blanco y negro se ve a un niño con visera. «Ese soy yo», señala Jürgen Barth. Pasa las hojas, se detiene, sonríe y señala con el dedo las estaciones más importantes en la vida profesional de su padre: ganador en la carrera Autobahnspinne de Dresde en 1953, ganador de la
«Algunos sonidos del motor del nuevo 718
«Sabes que a tus espaldas tienes el empuje de un turbo, pero parece más bien un motor de aspiración». Para él, este circuito clásico de montaña con sus 1.284 metros de altura es la carretera ideal para conocer al coche en su faceta más deportiva. «El 718
El hijo del rey de la montaña
Jürgen Barth también conoce el
«Me imagino que llevaba en la sangre lo de conducir rápido. Más tarde lo aprendí de verdad en las repetidas ocasiones en que conduje vehículos de asistencia, por ejemplo para Björn Waldegård en el Rally Safari de Kenia», relata Barth. Como además conocía al detalle la técnica del automóvil, estuvo en condición de conducir no solo más rápido que nadie sino también haciendo gala de una gran prudencia. Esta facultad le permitió convertirse en uno de los pilotos de largo recorrido más hábiles de su época. Barth sabe hoy que «el arte de pilotar coches de carreras no consiste en conducir al 100% una sola vez en toda la carrera y conseguir la vuelta más rápida, sino, de ser posible, en hacerlo al 90% durante toda la carrera. Si lo consigues, eres realmente rápido».
Mecánico de coches de carreras
Antes de convertirse en piloto de carreras, Jürgen Barth aprendió una profesión convencional. Así lo quiso su padre, fallecido en 1965. Primero se formó como mecánico de automóviles en
El 12 de junio de 1977, Jürgen Barth atravesaba la línea de meta de Le Mans en un
Anillo de la Nordschleife
Conversando a la mesa con Jürgen Barth sobre los viejos tiempos y el nuevo 718
Jürgen Barth está otra vez sentado al volante del 718
Un paseo junto al Schauinsland
Y allí es a donde el viaje nos lleva ahora. «El 718
Texto Sven Freese
Fotografía Steffen Jahn
La carrera de Schauinsland
En la Edad Media en esta zona se extraía plata y plomo, y más tarde se pasó a talar madera. A fin de facilitar el transporte de la madera al valle, la ciudad de Friburgo hizo construir un camino en la montaña. En 1896 el camino quedó listo, y algo más de dos décadas después algunos entusiastas del automovilismo en Friburgo se sintieron atraídos por él. El resultado fue que el 16 de agosto de 1925 se celebró la primera «ADAC Berg-Rekord» en Schauinsland, una carrera de montaña organizada por club del automóvil alemán en la que participaron 126 motocicletas y 72 automóviles. El ganador recorrió los escasos 12 kilómetros del trayecto, con 173 curvas y una pendiente máxima del 12%, a una velocidad media de 62,3 km/h. De la noche a la mañana la carrera se convirtió en un espectáculo, y en su momento de mayor esplendor se aglomeraban más de 20.000 espectadores a lo largo de este circuito en el que los mejores pilotos de carreras europeos, conductores particulares y héroes locales demostraban sus habilidades. En las listas de vencedores, con un total de 38 carreras celebradas en Schauinsland, se encuentran, entre otros, Rudolf Caracciola, Hans Stuck, Bernd Rosemeyer, Hans Herrmann, Edgar Barth, Gerhard Mitter, Rolf Stommelen y Mario Ketterer. Este último condujo el 8 de julio de 1979 a una velocidad media de 134,76 km/h: la mejor velocidad de todos los tiempos en este circuito de montaña. En 1984 tuvo lugar la última carrera de Schauinsland en un circuito reducido. Unas estrictas normas medioambientales y de seguridad supusieron el fin de este evento. Ahora esta carrera se vuelve a revivir de vez en cuando en jornadas clásicas con coches antiguos de carreras y famosos del motor.