El arte de la reducción
Volver a construir hoy un coche con la misma inspiración y los mismos ideales que hace medio siglo, ¿puede funcionar?
El
El viejo y el nuevo se ven ahora las caras por primera vez: aproximadamente medio siglo de historia de
«Mi coche es como una bailarina», comenta Johan-Frank Dirickx, coleccionista de
Dirickx compró el deportivo en Estados Unidos en el año 2007. Los 210 CV de su motor bóxer de seis cilindros y dos litros tienen que lidiar con poco más de 800 kilogramos de tara. En el nuevo 911 R, la relación peso/potencia es aún más contundente: el bóxer de seis cilindros y cuatro litros, o más concretamente, el conjunto motor que conocemos del 911 GT3 RS, genera 500 CV y su peso es de 1.370 kilogramos (con el depósito lleno y listo para empezar a rodar). No hay un modelo más ligero entre los 911 actuales. «Nada más salir ya notas su ligereza, su agilidad. Oyes su fuerza en cuanto arrancas el motor». Son las palabras con que Andreas Preuninger describe la presencia sin filtros que exhala el nuevo 911 R. Preuninger trabaja en el Centro de Desarrollo de
La técnica está tan presente como en un coche de carreras: se oye cómo entran las marchas, cómo se engrana el embrague y cómo el motor aspirado resuena a través de la cabina. El 911 R, por razones de peso, carece de los aislantes y las espumas insonorizantes que garantizan el confort acústico en el interior de los vehículos convencionales. Otras muestras del compromiso con una construcción ligera son los elementos de carbono y magnesio de la carrocería, el sistema de escape de titanio, el plástico en las ventanillas laterales traseras y la luna trasera, y la renuncia a un sistema de aire acondicionado y un equipo de sonido. «El coche es, por así decirlo, nuestra interpretación deportiva de un connected car», explica Preuninger. «Queríamos que se estableciera la relación más estrecha posible entre conductor y vehículo, que se sintiera la inmediatez, que el purismo fuera palpable», añade. Dirickx sabe muy bien a lo que se refiere gracias a su viejo 911 R: «Dos veces al año», cuenta, «alquilo un circuito de carreras privado para divertirme. La sensación al volante es incomparable».
No es que con su 911 R, un coche de estética apasionantemente discreta, no pueda circular por la vía pública, pero eso no es diversión pura. Los expertos tasan el valor del coche en unos 3,5 millones de euros. A excepción de un par de detalles, el automóvil se conserva casi íntegramente en su estado original, solo tiene 40.000 kilómetros y sin embargo ostenta una historia que le llevó a dar la vuelta al mundo. Y es que el 911 R de Dirickx es aquel ejemplar que Vic Elford presentara en diciembre de 1967 en el circuito de Hockenheim.
¿Y qué hay de los tiempos por vuelta en la Jungla Verde del Nürburgring? «No los hemos cronometrado. No hemos hecho este coche para el circuito», puntualiza Preuninger. «Hoy en día existe un sinfín de sistemas de alta tecnología que aumentan la velocidad de los coches en pista, pero también hace que sean más pesados. En el caso del 911 R ni nos planteamos incluir ese tipo de componentes, como podría ser la caja de cambios de doble embrague (PDK), que permite cambiar de marcha a la velocidad de la luz. Los más puristas lo celebrarán, al fin y al cabo, ¿qué son un par de décimas de segundo en comparación con el placer de poder engranar las marchas uno mismo? El coche cuenta con una caja de cambios manual de seis marchas completamente renovada. Además, si el cliente lo desea, y Preuninger lo recomienda encarecidamente, en lugar del volante de inercia de doble masa en el cigüeñal, el 911 R se puede encargar a
Dirickx ya ha encargado uno de los 991 ejemplares que se construirán del nuevo 911 R en Zuffenhausen, porque es exactamente la clase de deportivos que le apasionan, esos que se desplazan ágiles y ligeros y con el aplomo de su 911 R clásico. Y porque le gusta el sobrio diseño del vehículo, otro de los aspectos en los que el nuevo se mantiene fiel a su predecesor de 1967. Así, la nueva criatura de
Es como si el nuevo fuera el 911 R original que hubiera madurado en todos estos años hasta alcanzar la perfección más absoluta. En él ya no sobra absolutamente nada. Es lo que lo hace perfecto.
Texto Sven Freese
Fotografía Stefan Bogner