Triunfo en la pared
Hace 50 años, un
Todo empezó una tarde de finales de verano delante de una cerveza. Esta frase muy bien podría ser el comienzo de una historia épica. Y así fue realmente en el número 90 de Christophorus de enero de 1968, pues así empezaba el artículo escrito por el piloto de carreras suizo Rico Steinemann en el que narraba la dramática carrera de resistencia que le valió el récord en Monza. Justo en estos días se cumple el 50º aniversario del triunfo conseguido en el circuito peraltado del Autodromo Nazionale. Con motivo de este aniversario, el coleccionista belga de
Sentados a la mesa estaban entonces Rico Steinemann y su compañero de competiciones Dieter Spoerry, quienes con su
«Todas las carreras, pero sobre todo las de resistencia, eran enormemente importantes para nosotros a fin de obtener nuevos conocimientos técnicos», explica Peter Falk, de 84 años, el entonces Director de Competición y Desarrollo en
Demasiados golpes
La carrera por el récord comienza el domingo 29 de octubre a las 12 del mediodía. Jo Siffert es el piloto en la línea de salida. Un turno al volante dura hora y media, y a continuación sigue un descanso de cuatro horas y media. A los mecánicos del box puede aplicárseles perfectamente el lema de los scouts «Siempre listos». Günter Steckkönig, por entonces experto de chasis en
Esto supone la retirada tras aproximadamente 20 horas de carrera. El reglamento de la Federación Internacional del Automovilismo (FIA) establece que en una competición por el récord de resistencia todas las piezas de repuesto se tienen que llevar en el automóvil. En boxes únicamente se permiten ruedas de repuesto, gato, bujías, gasolina y aceite. El equipo se había imaginado de todo, pero no un estado tan deplorable de los dos peraltes de Monza: en el cemento de estos peraltes, construidos en 1954 con una inclinación de hasta 45 grados, había baches del tamaño de un balón de fútbol. «La pista era sencillamente intransitable», comenta Steckkönig. En cualquier caso había demasiados hoyos y eran demasiado hondos para un coche tan delicado como el
Pero aún hay esperanza, pues el reglamento permite emprender otro intento en un plazo de 48 horas. El primer paso es una precipitada conferencia entre Monza y Zuffenhausen. A continuación se convoca una reunión de crisis con carácter de urgencia y ahí se toma la decisión de intentarlo de nuevo y esta vez con un
Unas horas más tarde llama Bäuerle desde la frontera para comunicar que la policía suiza le niega la entrada al país porque el coche hace demasiado ruido. Lo único que puede hacer es iniciar un raudo viaje nocturno rodeando Suiza y pasando por Lyon, Grenoble y Turín hasta llegar a Monza. Peter Falk y el experto en motores Paul Hensler, que han salido después de que llamara Bäuerle, toman directamente el camino por Austria y el Paso del Brennero. Cuando llegan el martes por la mañana, el otro 911 R ya está despiezado y todos los repuestos preparados.
Medio siglo más tarde, el mismo viaje resulta mucho más relajado. Johan-Frank Dirickx y Bart Lenaerts no tienen que ir contra reloj, sino que se dedican a disfrutar de los puertos de montaña. Con un coche igual al de entonces pasan por Lyon y Grenoble, van haciendo paradas, sacan fotos y disfrutan del camino. Hace 50 años, las condiciones son muy diferentes. Hace ya tiempo que ha oscurecido y llueve a cántaros cuando a las 8 de la tarde del martes inician el segundo intento de récord. A las pocas horas ya hay problemas con carburadores helados, pero los compañeros de BP solucionan el problema con un aditivo para el combustible. Para proteger un poco el chasis, Peter Falk ha marcado por la tarde los baches más grandes de los peraltes con flechas blancas de varios metros de longitud sobre la pista. Así los pilotos pueden pasar con las ruedas entre los baches y evitar los golpes más bruscos. ¡Y funciona! El 911 R se abre camino con su familiar bramido y la lluvia cesa. El miércoles y la segunda noche transcurren sin problemas. Las paradas en boxes apenas duran más de un minuto, lo justo para llenar 90 litros de gasolina, rellenar aceite, limpiar el parabrisas y comprobar las suspensiones. ¡Todo va sobre ruedas! Aunque también el 911 R sufre algún que otro percance: problemas consecutivos con sendas columnas delanteras de suspensión obligan al deportivo a entrar en boxes. Steckkönig y los mecánicos consiguen de nuevo repararlo en el mínimo tiempo posible. Siguiendo el reglamento, el 911 R llevaba las nuevas columnas de amortiguación consigo.
El jueves por la tarde vuelve a llover. El problema ahora es que no quedan neumáticos de lluvia. Así que los expertos de Firestone tallan a mano unas ranuras en los neumáticos de calzada seca. La carrera continúa de noche y con lluvia guiados por las luces de batería previstas en el límite inferior de los peraltes para servir de orientación a los pilotos, que circulan a más de 200 km/h. «Todavía me acuerdo de cómo el piloto Charles Vögele, una vez finalizado su turno y totalmente exhausto, contó sentado en el box que había entrado en la curva peraltada prácticamente a ciegas», rememora Steckkönig y añade: «Aquellos eran tipos realmente duros». Durante la carrera por el récord, el restaurante del autódromo estaba abierto las 24 horas. «Una vez pedí un desayuno a las 8 de la tarde», recuerda Rico Steinemann.
El viernes por la tarde aumenta la tensión: ¿habrán merecido la pena todos los esfuerzos? Hacia las 7 se sabe ya que se han recorrido 15.000 kilómetros a una velocidad media de 210,22 km/h. Poco después
Todavía hoy el 911 R parece sentirse a gusto en este tradicional circuito: Dirickx y Lenaerts dan sus vueltas con el nueveonce clásico. Esta vez no van sobre neumáticos para la lluvia, pero sí sobre hojarasca otoñal que se levanta al paso de este deportivo purista como para recordar el triunfo celebrado hace 50 años.
Texto Sven Freese
Fotografía Lies De Mol
Lugar: Autodromo Nazionale di Monza
Comienzo de la carrera: 31 de octubre, 20.00 h
Final de la carrera: 4 de noviembre, 20.00 h
Vehículo: