Porsche - Arndt Ellinghorst - KCK 404F

Arndt Ellinghorst - KCK 404F

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Al final del día, sus pronósticos deben acertar por lo menos en un 51%. Arndt Ellinghorst es analista financiero del sector de la automoción. Profesionalmente mira hacia el futuro. En privado, ama el pasado. Su vida exige objetividad para poder emitir pronósticos exactos. Totalmente subjetiva es, en cambio, su predilección por un coche muy concreto: su Porsche 911 T/R.

Bufa cuando le apetece, y a veces lo hace con tanto furor que sobresalta a quien se cruza con él. También por eso, a Arndt Ellinghorst le gusta su 911 T/R. Y es que «Una vez en tu asiento, olvidas todo lo que te rodea».

El habitáculo del 911 color marfil (light ivory) es absolutamente purista. Reducido al mínimo absoluto nada distrae al piloto y todo le invita a conducir. Cuando este hombre de 46 años se sienta al volante de su deportivo, nada lo detiene y el mundo se vuelve perfecto. Se le nota.

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Vida: en la profesión de Ellinghorst todo se basa en probabilidades. En su hogar, en cambio, todo gira en torno a la familia.

Ellinghorst está recién empolvado. Un toque de maquillaje resalta su tez bronceada. Su pelo forma ondas perfectas, casi simétricas a la línea del nacimiento. Después de saludarnos, nos revela el motivo: ha asistido a un programa informativo emitido en directo por el canal CNBC. A los periodistas les gusta hablar sobre movilidad con este analista y profesional del sector. Esta vez no han hablado del coche del futuro, sino del futuro del coche. Un futuro que él ve con bastante optimismo: «Por supuesto, las cotizaciones bursátiles siempre son volátiles, pero la tendencia me parece positiva». Ellinghorst está firmemente convencido de que la industria automovilística mundial se encuentra en crecimiento. «La movilidad seguirá siendo una necesidad fundamental para los clientes. La industria está cambiando, y temas como la conducción autónoma, los nuevos motores y las aplicaciones digitales están impulsando con mucha fuerza este cambio», afirma. Sin embargo, opina que no se debe subestimar la creatividad de los fabricantes de coches: «Apple, Google y Uber son empresas excelentes, pero no les aconsejaría que fabricasen automóviles».

Ellinghorst trabaja en Londres para Evercore International Strategy & Investment Group, una consultora americana para bancos de inversión. Más exactamente ocupa el cargo de Head of Global Automotive Research, es decir, tiene un puesto directivo. Recomienda inversiones, pero es analista, no adivino: «Muchas veces me equivoco, pero son más las que acierto. Si no, dejarían de pedirme consejo». Valora el futuro sin mirar al pasado.

Su procedimiento de análisis es bastante prosaico. Se guía por indicadores como la ratio precio-beneficio, el flujo de tesorería o los valores de liquidación. Luego calcula probabilidades, «para lo cual estudio los contenidos». Así pues, ¿nada de corazonadas? «El 70% de mi trabajo es empeño, acopio de conocimiento y análisis de desarrollos. El resto es intuición».

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Coche: Este es el aspecto de un automóvil en el que todo se ha reducido a lo imprescindible. Está hecho para conducir. Nada más.

Esta actitud también se refleja en su vida privada. Desde hace nueve años vive con su familia en Londres. Le gusta ser europeo, y como tal el 24 de junio de 2016, la mañana después del referéndum del Brexit, se levantó con lágrimas en los ojos. A su modo de ver, la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea solo supone pérdidas. A la pregunta de si ahora quiere cambiar la nacionalidad alemana por la británica dice: «Cuando mis chicos quieran jugar criquet en lugar de fútbol me lo pensaré». Hace cuatro años abandonó su puesto como director gerente en Credit Suisse para desarrollar y dirigir los negocios europeos de Evercore ISI. Por supuesto, antes había analizado la situación a fondo, al fin y al cabo en ello consiste su profesión. Pero que su nuevo trabajo fuera un éxito no estaba garantizado: «No puedes planear tu vida. Solo puedes intentar compensar alguna que otra vicisitud».

Hoy es el responsable de un equipo de 25 empleados. «Todos gente joven y agradable. O dicho con más exactitud: creadores», explica durante la cena en el suntuoso edificio del Royal Automobile Club. Opina que el sector necesita provocadores: «Puedes luchar con un sable… o con un florete». Le gusta provocar: «En este sector, solo así consigues destacar». Pero Ellinghorst también sabe estar callado. Hostigar está bien para captar la atención, pero el análisis obedece a otras reglas: «Estar siempre bien informado y solo aconsejar algo a los inversores si se está seguro de ello».

«Quisiera ofrecer buenos productos con buena conciencia. Para mí, eso es mucho más importante que un crecimiento rápido. Mejor crecer con rentabilidad que hacerlo a cualquier precio», resume este economista empresarial. La cosa se complica ante la pregunta: ¿Quiénes son sus clientes? «Yo presto mis servicios al mercado de capitales y me veo a medio camino entre la industria y los inversores», responde enigmáticamente. También esto forma parte de su receta para el éxito: observar la máxima discreción, callar cuando la situación lo exige y hablar cuando hay algo que decir.

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Naturaleza: Solo los miembros del Royal Automobile Club pueden circular por los terrenos de Woodcote Park. Deben hacerlo despacio y sin ruido para no molestar a quienes juegan al golf.

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Actitud: su lema es mirar hacia delante no solo cuando está al volante.

El momento que viene a continuación exige silencio. Está sentado en su coche favorito: un Porsche que reproduce fielmente el modelo 911 T/R del año 1968. Existen 35 originales y todos ellos son puros automóviles de competición construidos para correr y ganar rallies. La recreación de Ellinghorst está basada en el chasis ligero del modelo T con distancia corta entre ejes. Del motor se han ocupado los expertos de Mec Auto en Bélgica. Para lograr aún más fuerza, han repartido los 2,7 litros de cilindrada entre seis cilindros. La combustión que da fuerza a esta máquina procede de las dos bombas de combustible del depósito de carreras, que tiene una capacidad de 100 litros. Por si acaso, hay un extintor sujeto en el espacio para los pies del copiloto, como debe ser en un automóvil de competición que alcanza los 250 CV.

Nuestro analista circula por Londres, la gran capital financiera. Delante, llantas de Fuchs, detrás de la marca Minilite. Por fuera mucho naranja, por dentro, mucho de nada. Chapa perforada en lugar de alfombras, volante de carreras en vez de uno multifuncional. Ellinghorst se siente libre, abre la ventanilla y goza del sonido que emite su pieza de colección. Pone el motor, ya caliente, a casi 10.000 revoluciones antes de entrar la siguiente marcha. Mira hacia delante, sonríe y cuenta: «Antiguamente con mi hermano transformaba coches VW Karmann Ghia. Luego hice mi tesina en Audi y después trabajé en Volkswagen. Ahora estoy sentado en un Porsche». Esto dice mucho de él, hay que admitirlo.

Tras una breve mirada al reloj de pulsera, asiente con la cabeza: aún le quedan un par de minutos. Nos habla de Ernst Seiler, también conocido como «El Cazador», que corrió con el 911T/R en Monza, Hockenheim, Nürburg y muchos otros circuitos de carreras. Este coche se construyó expresamente para él, con faros suplementarios para rally, volante de carreras pequeño, motor grande… Esto tiene que ser suficiente por el momento. Ellinghorst quiere irse a casa. Le esperan sus tres hijos. Alguno seguro que ya ha vuelto a pintar algo. A los niños les encanta pintar coches de carreras.

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Un último vistazo: Los coches de época en sus fundas azules y el coche rebelde de Ellinghorst no podrían repartirse el garaje de modo más armonioso.

Devuelve el coche a las sagradas naves situadas en algún punto de la carretera con el seductor nombre de Drift Road, al suroeste de Londres. Allí, en cuanto se haya enfriado, el personal de vigilancia lo envolverá en una funda azul. Ellinghorst le dirige una última mirada antes de subir a su Audi Q7. Mientras sale del aparcamiento, le oímos decir por el manos libres: «Entonces pasamos inmediatamente a la opción de compra». Ahí está de nuevo el analista que no mira al pasado del automóvil, sino hacia su futuro.

Texto Christina Rahmes
Fotografía Tim Adler