Vuelo nocturno
Armonía entre contrarios. El nuevo
De noche, la ciudad es otro mundo. Allí donde los coches avanzan de día en una lenta caravana, el
Stuttgart es un lugar de contrastes. Algunas de las empresas asentadas allí son impulsoras de una industria automovilística con proyección mundial. Sin embargo, en algunos puntos se tiene a veces la agradable sensación de estar en una ciudad pequeña. A ello se une el carácter especial de los naturales de Stuttgart. Qué no se ha dicho ya de los suabos: que si son tecnócratas, que si son ahorrativos, que si adoran las normas... Sin embargo, esta idiosincrasia también tiene otra cara: pocas gentes hay tan abiertas, que hayan viajado tanto, tan polifacéticas, con tantas ideas y que impulsen la innovación con tanto entusiasmo.
El
En el modo «Hybrid Auto» el vehículo alterna automáticamente entre el motor biturbo V6 de 2,9 litros de 330 CV y el motor eléctrico de 136 CV. El conductor deja que la limusina decida.
Una ligera presión sobre el pedal de freno y el sistema de frenos del
En las inclinadas laderas que rodean el valle se extienden los viñedos. Aquí, al caer la tarde, el aire cálido del valle asciende hacia arriba. El sol se pone mientras el
Pasamos junto unas siluetas que, aprovechando las aceras despejadas, ruedan sobre monopatines a la luz de las farolas. En la larga y elevada carretera de entrada a la ciudad, el conductor cambia al modo «Sport», pensado igualmente para convertir la conducción en puro placer. Con el 919 Hybrid –ganador en Le Mans–
Sin que apenas se note, el V6 arranca, sube la cuesta con brío y luego se para, dejando que el vehículo recorra la recta siguiente con los 400 newton metro del motor eléctrico. En la cabina, el asistente Hybrid ayuda con indicaciones visuales a dosificar correctamente la potencia de tracción eléctrica. Es casi una lástima que, más allá de eso, el conductor perciba tan poco de este yin y yang de contrarios, de esta interacción entre motor de gasolina y motor eléctrico. Mientras bajo el capó se desarrolla esta coreografía precisa entre el motor de combustión interna y el motor eléctrico, el
El paso al modo «E-Power», que por principio está activado cuando se arranca el motor, hace enmudecer el biturbo V6 de 2,9 litros. Casi sin hacer ruido, el vehículo continúa deslizándose por la ciudad. En la Schlossplatz, los noctámbulos miran pasar la susurrante limusina deportiva. Pocos minutos después el coche ha atravesado el valle. En el retrovisor se ve desaparecer el edificio emblemático de la ciudad: la torre de televisión de 217 metros de altura. Se siente cercana la Meca de los conductores de deportivos: Zuffenhausen. La fachada del Museo
Texto Till Daun
Fotografía Frederik Dulay-Winkler