Catania – Palermo
Ya sea al pie del Etna, en las colinas de la Madonia o en las estrechas callejuelas de Palermo, Sicilia encarna lo que el mundo entiende por Italia. Hospitalidad, optimismo y mirar siempre el lado hermoso de la vida: así es el alma del sur.
El polvo gris flota en silencio en el cielo azul. Va cayendo a cámara lenta sobre Catania y cubre calles, edificios y coches. Nuestro
Desde la populosa Via Etnea se puede divisar el origen de esa neblina de polvo. Por encima del Etna se ven nubes que salen de sus entrañas en un flujo incesante que parece no acabarse nunca. El vapor sale continuamente del cráter que forma la cumbre del Etna. Con unos 3300 metros de altitud, se trata del volcán activo más alto de Europa. Los habitantes de Catania miran arriba cada mañana y se preguntan qué puede traer el nuevo día. Aquí llaman al Etna «Mongibello» o «montaña de las montañas». La expresión es una composición a partir de la palabra «montaña» en italiano y en árabe, lo que nos cuenta también algo sobre la propia Catania, sobre Sicilia y sobre las muchas influencias culturales que han moldeado en la isla una forma especial de sentir la vida.
Aquí estuvieron los griegos, los romanos, los árabes e incluso los normandos. Todos dejaron su huella, pero fundamentalmente ha sido la lava la que más ha marcado la isla del sur de Italia. Esto resulta especialmente impactante en el restaurante A Putia Dell’Ostello. Situado cerca del famoso mercado de pescado de La Pescheria, donde en medio de antiguos palacios se exponen a diario sobre el hielo las delicias del Mediterráneo, se entra por unas estrechas escaleras que bajan hasta el subsuelo. Entonces uno se sienta bajo lava secular, iluminado solo por la luz de las velas en opulentos candelabros... y siente en primera persona la historia de Catania, ruina y resurrección, disfrute y catástrofe.
Desde aquí, tras pasar por el mercado del pescado y la famosa Fontana dell’Amenano, donde el agua brota desde el interior de la tierra, se llega a la Piazza del Duomo. Se disfruta entonces de una vista despejada del emblema de la ciudad, la Fontana dell’Elefante. Resulta imponente y a la vez consoladora, ya que debe proteger a la ciudad frente a la lava.
Roberta Capizzi conoce al dedillo la historia de su ciudad natal. Trabajó diez años como abogada en Milán, pero luego siguió la llamada de su corazón y regresó a la isla. Abrió un restaurante en la Piazza Turi Ferro y lo llamó Me Cumpari Turiddu. En el «Compadre Turiddu», los visitantes deben sentirse como entre amigos. Capizzi ha modernizado con excelente gusto la cocina siciliana... pero sin desfigurarla. En efecto, en el «Turiddu» se siente el auténtico espíritu de Sicilia. Aquí destacan espectaculares platos tradicionales que al mismo tiempo ofrecen un sabor distinto y sorprendente: Couscous con menta (de influencia árabe), Crudo di Pesce (pescado crudo marinado) y los cannoli, el famoso postre siciliano con requesón o ricotta. «Estamos orgullosos de nuestras raíces», afirma Capizzi. «Pero también miramos hacia adelante. Muchas veces nos hemos caído y siempre nos hemos vuelto a levantar. Eso nos une entre nosotros y también nos une a nuestra patria».
Esa patria es también la presencia constante del Etna. Encarna la preocupación y la nostalgia a partes iguales. Nosotros preferimos optar por la nostalgia. Una vez que el
«Viajar a Sicilia es mejor que ir a la Luna», dijo una vez el escritor colombiano Gabriel García Márquez. Seguramente estuvo aquí en un día como el de hoy. En el blanco brillante de las superficies nevadas que cubren los escabrosos flancos de la montaña se ha depositado la ceniza negra en forma de fino polvo. La Strada Provinciale 92, otra Via Etnea, se adentra en lo profundo de la nieve detrás de Nicolosi. Antonio Rizzo lleva 37 años recorriendo este camino. El Etna es su puesto de trabajo desde hace casi cuatro décadas, primero como monitor de esquí, ahora como guía del volcán. Pocos conocen la zona como él. «Aquí siempre está todo en movimiento», comenta Rizzo mientras subimos hasta el cráter en el funicular. A 2500 metros de altitud se abre un paisaje que es mejor no explorar solo. «La montaña cambia continuamente, siempre están surgiendo nuevos cráteres y a la vez, en cualquier otro lado, se vuelve a derrumbar una pendiente». La montaña está viva. Y, aún tras casi cuatro décadas, le sigue dando nuevas enseñanzas a Antonio Rizzo. «Cada día siento nuevas emociones cuando miro la montaña por la mañana», comenta. Bajo nuestros pies sale vapor de un pequeño agujero en la nieve. Hace un crujido que suena peligroso. Y tiene una belleza sobrecogedora.
Por la tarde, Domenico Moschetto, el dueño del Rifugio Sapienza, nos explica cómo el volcán no suelta a las personas de sus garras así como así. En su refugio, recibe a los viajeros con una cómoda habitación estilo cabaña y una amplia carta gastronómica. Hace años, la montaña destruyó el hotel de Moschetto en la cara norte. Ahora ya lo ha reconstruido, esta vez en la cara sur. «Es la montaña de nuestro destino», sentencia el siciliano. El Etna es capaz de todo: puede ser peligroso o servir de consuelo, desatar su ira aterradora o revitalizar la economía local.
Una antigua costumbre es testimonio de este profundo significado: si sale la lava, se pone la mesa, se coloca en el centro una botella de vino tinto y se añade un plato de más. Se recibe al Etna como a un invitado. Después, la gente se pone a salvo.
A la mañana siguiente, seguimos nuestro camino y continuamos entre ceniza, que esparce minerales ricos en nutrientes por las colinas y da lugar a terrenos especialmente fructíferos, además del especial vino de lava. Sicilia es la mayor región vinícola de Italia. Destaca el magnífico viñedo Cottanera, en un emplazamiento de ensueño en las estribaciones del Etna. Aquí, desde la década de 1990, la familia Cambria cultiva variedades tradicionales, por encima de todas Nerello Mascalese, que solo aquí sabe como debe. «Es un matrimonio perfecto entre fruta y suelo», la describe Francesco Cambria. En 2019 fue elegido como viticultor del año por Gambero Rosso. «Nuestro vino es especial en todos los sentidos», afirma. El clima es aquí más fresco que en el resto de Sicilia, y cerca del mar y en el suelo hay yacimientos minerales de roca volcánica.
Continuamos en dirección al mar. A lo largo de la costa norte en dirección al oeste, pasamos por la pintoresca localidad costera de Cefalù con su playa de arena y su imponente fortaleza del siglo XII. Más allá de Cefalù nos espera lo que es probablemente el recorrido automovilístico más espectacular del mundo. Desde 1906 hasta 1973, la
Tras Collesano, el recorrido de la
Cada primer domingo de mes, la entrada a los museos de Palermo es gratuita. Un consejo especial: el museo Stanze al Genio en el Palazzo Gangi, donde Luchino Visconti rodó su obra maestra Il Gattopardo. Alberga un mundo espectacular lleno de azulejos de mayólica centenarios, conocidos como mattonelle: sencillamente inolvidable.
Entre enrevesadas callejuelas del casco antiguo se encuentra el Palazzo Brunaccini, un hotel boutique con un excelente restaurante cercano, el Da Carlo. Aquí se puede penetrar en el fondo del alma de Palermo y también visitar la ópera más grande de Italia, el Teatro Massimo en la Via Maqueda. Una construcción imponente para voces imponentes que refleja el maravilloso estilo de vida de Sicilia.
«Italia sin Sicilia no grabaría ninguna imagen en el alma: aquí se encuentra la clave de todo», escribió Johann Wolfgang von Goethe en su famoso Viaje a Italia, y nosotros hemos tenido ocasión de descubrirla, el alma de Italia. Sicilia.
Texto Frieder Pfeiffer
Fotografía Markus Bolsinger, Stefan Bogner
Massimo Borchi, Giuseppe Lombardo, Tullio Puglia, Reda&Co (todos Getty Images)
Liubomir Paut-Fluerasu (Alamy)
gaemau, Brad Pict (ambas Adobe Stock)