Suerte y felicidad.
La finca de Schüttgut. Distrito de Schüttdorf, Zell am See, Salzburgo. Más de 600 años de antigüedad. Sede familiar de los Porsche y los Piëch. Un símbolo más que un mero lugar. La vivienda principal, con la base de piedra y la planta superior de madera, dos grandes edificios agrícolas y una pequeña capilla mausoleo encalada en blanco. Allí reposan Ferdinand Porsche y su mujer Aloisia, su hija Louise y su marido Anton Piëch, además de Ferry Porsche, descubridor de la finca y fundador de la marca de deportivos Porsche hace 70 años, su mujer Dorothea y su hijo Ferdinand Alexander, que diseñó con su equipo el 911. «La esencia de nuestra tradición reside en esta capilla», explica Wolfgang Porsche, nieto de Ferdinand e hijo menor de Ferry. Nacido en Stuttgart, allí fue donde sus padres lo protegieron de los designios de la guerra ocultándolo en las montañas. Y allí pasó siete años de su infancia junto con tres hermanos, seis primos y una prima. En un «paraíso» donde, hoy en día, una vez al año conduce las vacas desde los pastos alpinos hasta el valle. Si hay algo que da fuerza a Wolfgang Porsche es precisamente ese retorno a su tierra natal, a los orígenes, sin los cuales no es posible el futuro.
Copropietario, moderador, centro de poder de la compañía Porsche, además de su perfil de empresario y patriarca de la familia, su segunda ocupación como hombre de campo a tiempo parcial parece sacada de otra época. Una imagen para enmarcar: calzando unas katiuskas sobre la estéril estampa de la era digital. Pero para poder entrar, primero hay que subir. Wolfgang Porsche no sería Wolfgang Porsche si no observara el mundo desde cualquier lugar o desde ninguno en particular, sino solamente desde su especial y particular posición, cuya fuerza emana de la tradición familiar. Las empresas no son únicas, pero su identidad sí lo es. Las personas crean leyendas y las leyendas crean identidad. Porsche es una leyenda y, como él mismo dijo una vez en plena crisis financiera, «no perecerá jamás». En Zuffenhausen ese día corrieron muchas lágrimas.
Todo lo que es y todo lo que será le devuelve al origen. Le gustaría «ver al grupo Volkswagen avanzar lo máximo posible en una dirección positiva». Pero su cometido consiste en garantizar que Porsche «siga siendo una marca inconfundible, independiente y fuerte», así como representar a la familia de manera apropiada. Cree que la movilidad individual «se va a restringir», pero espera que «no demasiado». Ve con nostalgia la retirada de Porsche del Campeonato Mundial de Prototipos y celebra «el comienzo de algo nuevo: el salto a la Fórmula E». Pero la «médula espinal de nuestro negocio», la conexión entre las carreras y los vehículos de serie, «es el compromiso de Porsche con el deporte GT. Los vehículos GTE son los coches de carreras más rápidos y fascinantes jamás construidos sobre la base de deportivos homologados para circular en carretera. A mediados de junio, diez Porsche 911 RSR con su inconfundible sonido bóxer de seis cilindros toman la salida en Le Mans. Una participación récord. Y como siempre, allí estará Wolfgang Porsche. Cada hora, cada minuto, sin pegar ojo. Hasta el final.
No cree que pueda haber nada peor que sentarse en el sofá a esperar los dividendos. «Eso no es felicidad». La felicidad sería para él poder guiar más a menudo al ganado desde los pastos alpinos hasta el pintoresco paisaje de Pinzgau. Y que le dijeran que se le da «bastante bien».
2017 ha sido el año más exitoso de toda la historia de Porsche. El 10 de mayo de 2018, Wolfgang Porsche, Presidente del Consejo de Administración de Porsche Automobil Holding SE y de Porsche AG, cumplirá 75 años.
Venga de donde venga, vaya a donde vaya, nuestro Christophorus le acompaña.