Duro como el diamante
No se oxida y apenas genera polvo de frenado. En el nuevo
Conoce el «vidia»? Matthias Leber sonríe con complicidad. Este doctor en ingeniería mecánica trabaja en el Centro de Desarrollo de
El nuevo
Suena a alquimia
¿Cómo sería un freno que frenara casi tan bien como un freno cerámico y tuviera la misma estabilidad ante las temperaturas, pero que no necesitara los forros de un freno de carreras, costara solo una tercera parte, se desgastara mucho menos que un freno convencional de fundición gris, no produjera prácticamente polvo de frenado y no se oxidara? Suena a alquimia y, sin embargo, es tecnología seria desarrollada por
A menudo sucede que las técnicas nuevas aplicadas a los coches de carreras acaban empleándose en vehículos de calle, como ha ocurrido con el freno
Muy fácil: un disco de freno enteramente hecho de carburo de wolframio sería comparativamente tan caro como varios juegos de frenos cerámicos. Durante mucho tiempo faltó además la tecnología que permitiera unir de manera segura el carburo de wolframio con una capa portadora, por ejemplo de fundición gris. Después de muchos ensayos
En busca de la mezcla
«Eso implica como mínimo la misma cantidad de trabajo de desarrollo» dice Leber. Una cosa es aplicar tecnología láser y procesos de producción automatizados de alta precisión para producir discos de freno nuevos, y la otra es fabricar forros con la mezcla correcta. Una superficie lisa como un espejo requiere un forro especial que sea capaz de adherirse a ella. Es algo así como pasar el dedo por un espejo con una ligera presión: no se desliza uniformemente, si no que una y otra vez se queda enganchado por un instante. Sin embargo, un forro demasiado blando sobre una superficie muy dura se desgastaría rápidamente al girar el disco de freno a muchas revoluciones. Por ello, lo que se hizo fue coger un forro con buena adherencia y mezclarle cierta cantidad de materiales muy duros que penetran microscópicamente en la capa de carburo de wolframio. Estos forros se clavan como una garra en el disco.
Anclas microscópicas
«El resultado nos sorprendió a todos», dice Leber. «Sabíamos que nos saldría un buen freno. Pero los primeros ensayos superaron todas nuestras expectativas». A bajas velocidades el liso forro se adhiere instantáneamente en toda su superficie. Es como la comparación entre un disco de vinilo y un CD: con la fundición gris el efecto adherente se reduce porque el ahuecamiento de cada surco no actúa como superficie. En cambio, el carburo de wolframio no tiene prácticamente surcos, sino que es perfectamente liso. Cuando la velocidad es elevada y se requiere mayor eficacia de frenado, los componentes duros del forro lanzan sus anclas microscópicas. «Eso implica, por supuesto, desgaste y también polvo de frenado, pero un 90% menos que con un freno de fundición gris», explica Leber. A ello se suma un 30% más de vida útil que un disco de fundición gris, con un rendimiento cercano al del PCCB y solo por un tercio de los costes de un freno cerámico. De hecho, durante la conducción el nuevo freno transmite la misma sensación que el PCCB: la fuerza del pedal se mantiene constante aunque se caliente el freno. A altas temperaturas esta fuerza no disminuye, es decir, que no tiende a producir el temido fading, sino que al contrario, se vuelve aún más intensa cuando las temperaturas rondan los 600 grados.
Blancura incluida
Recorridos aproximadamente 600 kilómetros, la superficie de los forros de los frenos queda pulida. Entonces adoptan el color blanco de las mordazas fijas delanteras de 10 pistones y las traseras de cuatro pistones, cuya tecnología conocemos por el PCCB. Pero, ¿por qué blanco? Leber ríe: «Cuando un freno casi no produce polvo, hay que hacer que se vea. Mi propuesta de color despertó escepticismo al principio». Pero los ejemplares de prueba del nuevo
Por el momento, el PSCB solo está incluido de serie en el nuevo
Texto Thorsten Elbrigmann
Fotografía Frank Ratering